La Paseadora de perros

Tracy y Catalina era el nombre de dos gallinas que tenían Jessica Trujillo Hernández y su hermana Alejandra cuando eran unas pequeñas niñas y que ellas, para distinguirlas, les pintaban las uñas con diferente color de barniz.
Para Jessica ese fue su primer contacto con un animal de su propiedad ya que por vivir en Apartadó tenía un constante contacto con diversos animales y ese hecho hizo nacer en ella un gran amor por ellos, amor que la ha acompañado por toda su vida.
Jessica es una psicóloga de profesión que vive en el barrio Fátima de la comuna 16 Belén. A diario se le ve caminar con una manada de perros, obedientes y sumisos, que van sin olisquear por todas partes, caminan en perfecto orden al ritmo que ella impone, labor que hace que todos se refieran a ella como la paseadora de perros.

Toda clase de animales

Tuvo toda clase de animales, su papá le regalaba algunos y ella atrapaba insectos en el Jardín, tuvo como mascotas: conejos, escarabajos, lagartijas, unas avispas que alimentaba con miel y una Mariapalitos o Mantis religiosa que se le perdió en le jardín de la mamá porque se camuflo muy bien y no pudo volver a encontrarla. Tuvo además una tortuga, un conejo loco y una iguana que se voló por el balcón.
No le tiene miedo a ningún animal, pero es cuidadosa con los que sabe que le pueden hacer daño, al único insecto que le tiene fastidio es al grajo porque el olor que expelen para su defensa tiene un mal olor.

Empiezan a llegar los perros

La familia de Jessica se viene a vivir a Medellín y un día un perrito la siguió desde el colegio hasta la puerta de la casa, pero sintió gran frustración pues “no me dejaron entrar mi perro”, cuenta Jessica. Este evento no apagó sus deseos de tener un perro, sino que por el contrario los acrecentó y su mente pasaba de idea en idea de cómo tener un perro.
Se llegó el día y sus abuelos le regalaron un pincher que llamaron Cocoliso y que llenó de alegría, no sólo a Jessica sino a toda su familia, a tal punto que cuando, Cocoliso murió a los 15 años, la mamá de Jessi, aunque dijo que no quería volver a tener perro, fue ella quien le sugirió al esposo conseguir otro, que aliviaría la falta que hacía Cocoliso y le haría compañía a ella que permanecía sola mientras las muchachas estaban en el colegio.
Es así como “a la vida de familia llega Lucky hace 14 años y aún es mi perro” dice Jessica sin ocultar el orgullo y el cariño que siente por su perro.

¿Cómo llega a ser paseadora de perro?

Jessica termina su carrera y tiene que trabajar para ayudar a la casa, el primer trabajo que obtiene es con el ISVIMED en legalización de predios del municipio de Medellín, allí estuvo hasta el cambio de gobierno.
Luego trabaja en una empresa que hace encuestas para otras organizaciones con el fin de encontrar “riesgo psicosocial en el trabajo”, labor que los empleados y obreros malinterpretan por creer que es en su contra. En este trabajo se aburre y renuncia.
Mientras buscaba empleo y pensaba de dónde sacar dinero, “sacaba mi perro y una perra muy loca que tenía una amiga. Alguien me vio y me preguntó que si yo sacaba perros y como necesitaba plata le dije que sí”, cuenta Jessica.
Así empezó a pasear perros en forma profesional, ganaba dinero y podía contribuir con los gastos de la casa.

Su contacto con perros de diferentes dueños y su amor por estos animales le sembraron inquietudes acerca del comportamiento de los canes, pues veía que cada uno se comportaba diferente.
Por lo que decidió hacer un diplomado en Etología, que es el estudio del comportamiento animal, que dictaba la universidad Ces. Realmente eran dos diplomados, el primero era más teórico, pero los profesores ponían tareas que Jessica aplicaba con sus perros y con los que tenía a su cargo.
Para el segundo diplomado tuvo que esperar un semestre porque solo se dictaba el segundo semestre del año. Este segundo diplomado tuvo más práctica, y para llevarla a cabo los conducían a La Perla y les asignaban un perro para ser estudiado.
Jessica nos cuenta: “me tocó un perro decomisado porque había mordido un niño de tres años en uno de los barrios de Medellín. Tenía que estudiar si el perro tenía detalles de agresividad o si eran eventos fortuitos o aislados que hicieron que el perro presentara esa conducta”.
“Hay que tener en cuenta” –Continúa diciendo Jessica– “que cuando hay agresividad de un perro la gente va a contar la versión suya, pero como el perro no pude hablar no se tiene la versión del animalito”.
Para ver si el perro es agresivo hay que hacer contactos con él, que implican riesgo para la persona, cogerle la cara, las patas, tocarlos por la espalda etc. El perro que ella estudiaba no mostró ninguna conducta agresiva. “Era un perro desconfiado sí, pero agresivo no”, dice Jessica.
Respecto a esto nos cuenta Jessica: “Quedé deprimida porque no pude adoptar el perro pues vivía con mis papás y no me lo permitieron”, unido a esto sucedió otro evento: un día una señora se encontró cinco cachorros amarrados en un costal y se quedó con dos, Jessica recibió los otros tres como en hogar de paso.
Esto la hizo pensar en independizarse de su casa para poder tener los perros que quería tener. Se independiza y el primer pensamiento es ¿cómo voy a pagar arriendo? “Y empezaron a aparecer y a crecer un montón de cosas, mi clientela empezó a crecer, empecé a prestar servicio de guardería y hasta empezaron a llamarme para entrenar perros”. –dice Jessica con una seguridad que contagia.

Etología

Jessica mira hacia el infinito luego a los ojos del interlocutor, como queriendo inyectar las ideas y dice: “La Etología es algo muy bonito porque no solo funciona con gatos y perros, sino que puede ser aplicado a cualquier especie, pasa con los delfines, los caballos y las vacas también se pueden entrenar. En el diplomado entrenamos a gallinas para enseñarles a picotear papelitos pintados de un color predeterminado. Se avanzó hasta ponerles tres colores”.

Entrenadora

La Etología marca las pautas para entrenar los animales, especialmente los de compañía para que no incurran en conductas desagradables y para que hagan lo que su dueño desea.
Por todo eso uno de los servicios más importantes que presta la psicóloga Jessica Trujillo es el de entrenadora. Y los motivos por los que las personas más consultan o piden este servicio es porque sus mascotas orinan o depositan sus heces en la casa o porque son agresivas con otros animales o con las personas.
Cuando se entrena a un animal, el trabajo no es para el animal, es para nosotros, pues es trabajar con nuestras frustraciones, sobre todo trabajar la paciencia porque el ser humano es demasiado impaciente.
Entender que, desde el punto del animal, ellos funcionan diferente a nuestra especie, es muy frustrante para los dueños.
Cuenta Jessica que los clientes le dicen: “Es que el perro no me entiende, a lo que yo les contesto: “es que el perro no es la misma especie que tú”. Por ejemplo: a un perro no hay que pegarle para enseñarle que haga chichí donde es”.
La entrenadora explica que cuando un perro incurre en una conducta no deseada por usted y usted le pega, ganó el perro porque lo que buscaba era tener su atención y lo logró.
Ellos, los perros, tienen un mundo muy diferente a nosotros y nosotros tenemos que aprender que ellos no tienen por qué sentir como nosotros, y que ellos no tienen las intenciones malas como las tienen los seres humanos.
Por ejemplo, la gente que tiene perros chicos se muestran temerosos cuando llega otro perro más grande. Lo que hacen es tratar de cargarlo por lo que le están enseñando al perro pequeño que lo que viene es malo.
Tener un perro entrenado para que ayude a su dueño con algunas tareas como pasarle objetos, traer el periódico, o las pantuflas es tener lo que se llama un perro de asistencia.
El entrenamiento de animales es un reto muy grande porque no se trabaja solo con el perro, sino también con sus dueños.
Cuando se pide un servicio de entrenamiento, generalmente la entrenadora solicita que estén todas las personas que tienen que ver con el perro.
De qué sirve que el perro obedezca al entrenador, pero que el dueño no sepa cómo manejarlo.
Se entrenan desde pequeños para que no sean perros escapistas, agresivos, perros que le tengan miedo a la pólvora y a una cantidad de cosas. Y es que a los dueños les cuesta mucho ponerles límite a los perros.
“Usted no cría un hijo para usted sino para la sociedad, un perro se entrena para la sociedad”. –dice Jessica

Asistencia con animales un sueño por cumplir

“Sueño con relacionar la conducta de los perros con la mejora emocional de los humanos”. Dice la Entrenadora de perros.
Como en las guarderías los niños reflejan cómo se vive en sus casas y si hay problemas o no así, cuando se cuida un perro, éste refleja si en su casa hay problemas.
Cuando ella ve conductas extrañas en los perros que dejan a su cargo, indaga a las personas si tienen problemas en la casa y en la mayoría de los casos confiesan que sí hay dificultades.
Muchos paseadores no dejan que los transeúntes toquen los perros, Jessica cuando ve simpatía por los perros, les pregunta que si los quieren tocar y dice ver que el semblante de la persona cambia cuando acaricia a los animales.
“Quisiera combinar el amor que tengo por los perros con el amor que tengo por las personas”. Nos comunica Jessica con un convencimiento total y continúa: “A un señor le entregué un perro en adopción y me decía “yo no adopte a la perra, ella me adopto a mí”. “Él era una persona que tenía una depresión muy fuerte y quería encerrarse, la perra lo obligaba salir y así dejaba la tristeza”.
“Mis perros detectan el estado de ánimo triste de una persona. En especial tengo dos perros que son muy sensibles al estado de ánimo de las personas que van a mi casa”, Nos cuenta Jessica y sigue diciendo: “Tengo un amigo que cuando está muy triste me dice: voy a tu casa para una perroterapia”.
“Los perros salen a saludar y luego se dispersan, pero si esos dos perros se quedan es porque algo necesita esa persona”.
Aprender a detectar esto a través de los perros es lo que se llama: Atención asistida con animales.
Es el sueño de nuestra entrenadora unir su profesión, la de sicología a su conocimiento adquirido de los perros y ser una psicóloga con asistentes perrunos.

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